Debería haberlo esperado.
El rector renunciando el 1° de junio, abriendo el camino a que las aguas limpias pasen por las sedes y salas de la universidad. Todos contentos pensando en las oportunidades que se abren para dar a nuestra institución el enrutamiento a esos caminos de real servicio al país, a una madurez que supere la infancia malcriada de universidad estatal.
Así lo pensaba, en mi inocencia. Los hechos pronto me hicieron darme cuenta de que estaba equivocado. "La" máquina electoral ya se había puesto en marcha, agentes ayer soterrados hoy salieron a la luz buscando con malicia un solo propósito: apoderarse de la universidad. ¿Para qué?, ¿importa acaso?, para no permitir que otros lo hagan, y asi, al grito atemorizante "los alumnos no aceptarán a cualquier nombre", irrumpieron en la sala donde se hallaban los académicos discutiendo, buscando lograr su cometido. "A una máquina, se le opone otra máquina", decían, en un lenguaje descarnado, lujurioso de poder, sus caras sonrojadas por la emoción del momento.
Así y todo se logró presentar un listado de profesores quienes prestaron noblemente sus nombres para ayudar a recuperar la institución. De este lado y del otro, nombres valiosos, respetables, de gran capacidad, fueron ordenados alfabeticamente para juntarse con otros similares generados por los otros estamentos.
Y así llego la tarde, las 14:00 horas, en el gimnasio, mientras afuera sobre Santiago caía la lluvia a raudales. Dentro, el ánimo era distendido, los tres estamentos se miraban y veían reflejado su futuro en la pupila del otro. Los nombres se leyeron, los llamados fueron invitados al centro de la cancha de basquetbol a responder las consultas de los asistentes. Y así comenzó a llegar la oscuridad a la reunión.
Presentaciones melosas hacia los alumnos, palabras preparadas para causar la mejor impresión, la celada tendida y también, palabras valientes, corajudas y plenas de espiritu universitario tambien desplegaron alas pero fueron abatidas por las aves de presa de los malintencionados. Algunos traían el libreto preparado y acordado con secuaces en otros estamentos. Los moderadores hacían su labor sesgada y poco a poco se aclaraba la jugada maestra propia de la camorra: el golpe final.
Se alargó la reunión , incluso se hizo un break esperando que muchos se marcharan. Y luego, al regreso, los alumnos plantearon su posición: ellos descartaban a un grupo de nombres allí presentados. ¿Razones?, solo ellos las sabía y como un eco sonaba en mis oídos lo planteado por algunos en la reunión de la mañana: "Los alumnos....". Y allí descubrí que la tan mentada oportunidad, la recreación soñada por algunos para nuestra universidad no era otra cosa que un homúnculo, un invunche planeado por unos pocos con la misma intención y procedimientos que los del rector saliente.
Debería haberlo sabido, la naturaleza del hombre es asi, pero gracias a Dios, muchos de los allí presentes pensaron y sintieron lo mismo que yo. En ese momento comprendí que no habría generosidad, no habría altura, no habría decencia y que debería luchar por aquello en lo que yo sí sentía.
El rector renunciando el 1° de junio, abriendo el camino a que las aguas limpias pasen por las sedes y salas de la universidad. Todos contentos pensando en las oportunidades que se abren para dar a nuestra institución el enrutamiento a esos caminos de real servicio al país, a una madurez que supere la infancia malcriada de universidad estatal.
Así lo pensaba, en mi inocencia. Los hechos pronto me hicieron darme cuenta de que estaba equivocado. "La" máquina electoral ya se había puesto en marcha, agentes ayer soterrados hoy salieron a la luz buscando con malicia un solo propósito: apoderarse de la universidad. ¿Para qué?, ¿importa acaso?, para no permitir que otros lo hagan, y asi, al grito atemorizante "los alumnos no aceptarán a cualquier nombre", irrumpieron en la sala donde se hallaban los académicos discutiendo, buscando lograr su cometido. "A una máquina, se le opone otra máquina", decían, en un lenguaje descarnado, lujurioso de poder, sus caras sonrojadas por la emoción del momento.
Así y todo se logró presentar un listado de profesores quienes prestaron noblemente sus nombres para ayudar a recuperar la institución. De este lado y del otro, nombres valiosos, respetables, de gran capacidad, fueron ordenados alfabeticamente para juntarse con otros similares generados por los otros estamentos.
Y así llego la tarde, las 14:00 horas, en el gimnasio, mientras afuera sobre Santiago caía la lluvia a raudales. Dentro, el ánimo era distendido, los tres estamentos se miraban y veían reflejado su futuro en la pupila del otro. Los nombres se leyeron, los llamados fueron invitados al centro de la cancha de basquetbol a responder las consultas de los asistentes. Y así comenzó a llegar la oscuridad a la reunión.
Presentaciones melosas hacia los alumnos, palabras preparadas para causar la mejor impresión, la celada tendida y también, palabras valientes, corajudas y plenas de espiritu universitario tambien desplegaron alas pero fueron abatidas por las aves de presa de los malintencionados. Algunos traían el libreto preparado y acordado con secuaces en otros estamentos. Los moderadores hacían su labor sesgada y poco a poco se aclaraba la jugada maestra propia de la camorra: el golpe final.
Se alargó la reunión , incluso se hizo un break esperando que muchos se marcharan. Y luego, al regreso, los alumnos plantearon su posición: ellos descartaban a un grupo de nombres allí presentados. ¿Razones?, solo ellos las sabía y como un eco sonaba en mis oídos lo planteado por algunos en la reunión de la mañana: "Los alumnos....". Y allí descubrí que la tan mentada oportunidad, la recreación soñada por algunos para nuestra universidad no era otra cosa que un homúnculo, un invunche planeado por unos pocos con la misma intención y procedimientos que los del rector saliente.
Debería haberlo sabido, la naturaleza del hombre es asi, pero gracias a Dios, muchos de los allí presentes pensaron y sintieron lo mismo que yo. En ese momento comprendí que no habría generosidad, no habría altura, no habría decencia y que debería luchar por aquello en lo que yo sí sentía.
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