Monday, March 5, 2007

Conoce a tu alumno

Una regla de oro que aprendí alguna vez en un manual de pedagogía leído en la Biblioteca del Instituto Chileno Norteamericano de Cultura, es la necesidad como profesor, de conocer el nombre de los alumnos.

Cuando un grupo de alumnos comienza a conversar mientras hacemos la clase - esa conocida sensación de tener a los alumnos concentrados en nuestras palabras y repentinamente sentir ese cambio de atención anticipo de indisciplina - es muy distinto llamar al fondo de la sala

-"Silencio" - ,
- "los del fondo por favor presten atención"-

y asi sucesivamente, en oposición a simplemente decir:
-"Juan Pablo, cállate".

Y con esto no quiero decir que esta regla permite SOLO mantener la disciplina. Eso no sería propio de un profesor sino que más bien de un celador.

Existe otra razón más humana y esta es que al tratar al alumno por su nombre, queramoslo o no, establecemos una relación más íntima con el alumno, se tiende un puente que permite la comunicación.

No creo en que el alumno deba llamarnos por nuestro nombre, como algunos profesores propician, prefiero que me llamen "profesor" o "profe". Bien entendido es un apodo especial, cariñoso y que contribuye al dialogo al que hacia mención.

Recuerdo casos y casos, pero ya tendré tiempo de comentarlos aqui. Hasta la próxima clase.... Ooops! hasta la siguiente herjeía...

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HEREJIA XXIV

 A pesar de una vida dedicada a los estudiantes, un verdadero profesor tiembla de emoción antes de la primera clase de un nuevo año.